miércoles, 14 de julio de 2010

La media noche de Google (midnight special)


Esto sucede durante el transcurso de un pequeñísimo día. Una persona observadora no podría notarlo, supongo. El caso comienza cuando Helena, en una de sus cavilaciones, contuvo movimientos y pensamientos luego de las 11:57 PM. Pasaron dos minutos en este proceso de especulación y los motivos de su retorno a la realidad no podía darlos el monitor destellando la pantalla de inicio de Google. Nada para buscar, nada para descubrir, no en este vacío mental.

Treinta segundos más. La cortina que se mueve con una suave brisa y atrae su mirada. Sin pensarlo siquiera, vuelca su atención con su mirada aun perdida y realmente nada anormal. Otro movimiento. Ahora es la puerta y en el mismo estado vuelve a rotar para ver sin ver y es ahí cuando retorna a prestar atención al monitor a la hora indicada.

Las letras de Google cambiaron de lugar. Las letras se transformaron muy lentamente, adquirieron una especie de piernas y lentamente comenzaron a movilizarse. Era muy pesado su andar. Torpemente se empujaban con unos brazos que también les habían crecido. Se reacomodaron con otra configuración de colores y tomaron la forma de la letra de la posición que habían tomado. Apenas un minuto les tomó cambiar.

Helena comprendió que no era estilo suyo ver este tipo de situaciones extraordinarias. Se vio incluida en un hecho difícil de transmitir (sin pasar por desquiciada), entonces se propuso volver a esperar nuevamente el instante.

Las ideas irrumpían en cada tiempo sin charla y nada había para ir contra ello; todo el día pensando en esperar la media noche frente a la pantalla de Google. Y las horas pasaban lentamente con un sarcasmo que no le causaba ninguna gracia. De todas formas el tiempo iba a pasar y eso la amansaba.

Llegó el esperado momento y al menos antes de comenzar a esperar frente al monitor anotó los colores de las letras y se quedó aun mas tranquila. El tiempo se deslizó sobre el contador de días y desplazó del cinco al seis el almanaque. Nada ocurrió. No hubo el esperado cambio de guardia. Las letras y los colores permanecieron en el mismo lugar. Tampoco Google encontró un aniversario o hecho relevante para recordar con una imagen distinta.

Sin dar demasiada importancia a lo sucedido decidió solamente dedicar cada noche unos minutitos a someterse a la observación en búsqueda de terminar de develar esto que para ella era un misterio. Fue así, cada noche unos minutos y… nada… nada… nada.

Las letras, que habían cambiado de forma, se humanizaron (formándoseles piernas, brazos y moviéndose), retomaron su forma de letras y tomaron nuevas posiciones, contuvieron para siempre su estado. Nuevamente son estatuas digitales, precisas.


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