lunes, 22 de noviembre de 2010

Por donde no se debe


De noche, después de cenar, se aleja entre excusas y palabras difusas; se escapa de su esposa. Con un rostro poco expresivo su mujer lo sigue hasta la puerta. Él la besa y le dice que vuelve enseguida.
Creo que me perdí gran parte de la historia porque hay partes que no entiendo. Ella no le pregunta demasiado y él no explica suficiente, la puerta se cierra con la misma llave que a la tarde siguiente se abre. Llega otra vez de su trabajo y manejan ininterrumpidamente una conversación amable.
No sería yo si no anduviera por donde no se debe. Entonces, hoy, no queriendo ver lo mismo, rodeé la casa cuidadosamente y llegué antes que cualquier otro día. Vi nítidamente la escena del crimen, ya hallada otras veces. La monotonía venció al observador y la historia tendida inerte en la misma situación repetida un sinfín de veces más.

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