sábado, 20 de noviembre de 2010

¿Cuanto kiwi usaste en esta tarta?


Entró y dijo una frase completamente extraña; cada persona presente huyó perdida dentro de su propia biblioteca mental. Corrimos despavoridos por todos los pasillos buscando éstas palabras articuladas y ningún recuerdo de él contenía algo siquiera parecido.
Era la hora del té y la dinámica tarde de lluvia servía la perfecta infusión, endulzada y acompañada por riquísimas tartas dulces.
Resulta ser una excelente persona, pero poco mundana. La esfera que lo contiene dejó afuera la sonrisa, el afecto, los descubrimientos y la incertidumbre de vivir. Hoy, luego de digerir difícilmente su pregunta, fue gratificante verlo danzar sobre el sabor de las masitas. El deleite expresado en sonrisas convirtió nuestras mentes en ojos, ojos observando. La diversidad de preguntas no fue consultada ya que nadie necesitaba explicación sino tiempo para observar. Él asintió con su cabeza, seña que todos esperábamos para poder seguir disfrutando del té.

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