Sobre un camino de hojas de eucalipto.
Atenta a mi imperceptible canto
Con silbidos débiles y notas sobre alguna heladera.
Se despide, y en su lento frenar,
Somos espectadores desesperados,
Como cuando murió el anciano
Que me permite al fin soñar.
Nunca estaré en el lugar,
Ni aun hurgando el pasado.
Estoy dibujando el porvenir
Sobre unos escritos, de esperar fatigados.
Y vuelve a morir algo eterno
Vuelve a nacer el pasado
Vuelve a hervir la sangre
Y a un paso estoy de entender.
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